La construcción resalta por su elevación sobre una colina, que le hace resaltar aún más, así como por sus contrafuertes y torres.El interior es prescindible, marcado por ese chillón neoclásico que básicamente vino a reformar todos los recintos de culto católico en nuestro país.Sin embargo, la atmósfera de recogimiento y de auténtica devoción, casi fanática, crea un mood novedoso para el visitante acostumbrado a la frivolidad del espacio sacro en las grandes urbes.